Cáceres con sus inagotables callejuelas, puertas, rincones… sitios donde mirarse, donde verse reflejado. El recibimiento peculiar de una plaza que acogía el sonido de una guitarra y una voz flamenca convirtiéndose, de forma inesperada, en la melodía de la tarde y haciendo de una sesión de preboda una sesión inolvidable.
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